Los Sueños del Insomnio. Cap3

(A Bruce y a Jula, por todas esas tardes hablando de nada y de todo al mismo tiempo. No aparecisteis ni pronto ni tarde, aparecisteis cuando más os necesitaba. Un abrazo)

- ¿Qué coño te pasa tío? Estás más callado de lo habitual, y eso ya es difícil viendo como has estado estos días.

Álvaro, mi compañero de clase, me miraba desde el otro lado de la mesa del comedor de la cafetería mientras mascaba uno de los filetes de su plato embutido entre dos trozos de pan. Tenía motivos para preocuparse, no había abierto la boca en todo el día, ni siquiera cuando habíamos leído en el tablón de física que se cancelaba una de las prácticas a causa de un examen al cual ni nos íbamos a presentar. Él había saltado por el departamento mientras yo me había limitado a esbozar una leve sonrisa.

Llevaba varios días callado…desde el episodio del autobús trataba de ordenar mi cabeza pero era imposible.

No le veía el sentido, seguía sin dormir por las noches, pero al llegar el autobús, por más que intentase lo contrario, solía caer redondo a menos que apareciese el típico compañero de viaje, hecho que me apartaba de los brazos de Morfeo inevitablemente…el autobús es el centro de tertulia de demasiada gente…

Tengo que aclarar que dormir algo sí que dormía, cabezada aquí, cabezada allá, pero siempre intermitentes y nunca suficientes. Solo lograba dormir tan profundamente como para soñar en el autobús.

Las siguientes veces que “caí” después de la primera, los sueños solían ser los típicos de hacía tiempo: representación de miedos y temores, recuerdos, fantasías, erotismos…lo clásico de un veinteañero. Pero hoy no. Hoy había vuelto a soñar con ella…Había sido solo un momento, un minuto que cerré los ojos mientras mi “compañero de viaje” de ese día apoyaba la cabeza en la ventana mientras llegábamos a Madrid para perder la cabeza en sus pensamientos, dejándome meditando en mis cosas…Sólo un minuto, pero lo suficiente para volver a verla de nuevo, en el sitio de la ultima vez, con otro libro sobre las rodillas; era ella…seguro. Había sido incapaz de imaginar más, puesto que el autobús abrió sus puertas y mi colega decidió que una colleja bien dada era mejor que dejarme dando vueltas por la A-6.

Y allí estaba yo, sentado frente a unos huevos con morcilla, prácticamente intactos, y haciendo gestos a Álvaro para que no se preocupase.

- Joder tío, no se, estas como un puto zombi…no se que cojones te habrá pasado pero…¡¡un momento!! ¿Has vuelto a hablar con Ella?

Levante la mirada. Álvaro conocía mi historia, me había conocido en un mal momento de mi vida, y tras demostrarme que era una persona digna de confianza, se había transformado en uno de mis grandes apoyos.

Negué con la mirada y suspiro aliviado. Desde aquel día en el que me cogió el teléfono para encontrarme al otro lado suplicando que por favor saliese a su puerta, me hizo prometerle que tenía que seguir con mi vida, que levantase la cabeza de una vez. La gente dirá lo que quiera, pero es necesario que nos echen la mierda a la cara cuando nos cubre el cuello, y llevarte de copas no es la solución. Las personas que valen saben demostrarte que saben luchar por aquello que importa, y los amigos de verdad son aquellos que si les cuelgas el teléfono cabreado y con lágrimas en los ojos, vendrán a tu casa a insultarte y hacerte ver que tu camino no es ese. Álvaro era de esas personas, era un garrulillo proyecto de ingeniero, pero tenia un corazón de oro, y aunque yo ya me lo imaginaba, muchos años después todavía agradecería lo que hizo por mi en el pasado y en aquel momento.

Pero no…en ese momento el pasado no me torturaba (ya lo haría otro día…o más tarde simplemente), trataba de hacerme a la idea de que aquello que me hacía desear dormir era solo una imaginación de mi subconsciente.

La única mujer por la que ahora mismo me creía capaz de luchar era solo un sueño imposible. Sólo la conocía de dos frases, una mirada y un mechero, pero su imagen y su impresión me habían llegado muy hondo…

El mechero…no lo perdía de vista. Si no estaba en mi mesa estaba en mi bolsillo, solo me despegaba de él para nadar, y al volver a la taquilla hurgaba en los bolsillos de la bolsa para comprobar que aún seguía ahí, que no se había desvanecido. Con el paso de los días había descubierto donde se encontraba la válvula para reponer el gas. Al principio llegue a pensar que carecía de ella, pero luego descubrí que se encontraba oculta bajo una tapa que se podía correr con la uña.

En uno de mis sueños de fantasías varias, lo había comparado con un corazón: Podía encenderse si le dabas gas y le añadías chispa, pero llegaba un momento en el que por mucho que le dieses chispa, el gas se agotaba y la llama no se volvía a encender… Solo trabajando se podía reponer el gas, pero normalmente necesitabas de la ayuda de otras dos manos, pues con las propias no bastaba para abrir la válvula y almacenar la futura vida de la llama.

- Bueno, venga, saca las cartas, avisa a estos, que esta primera ronda invito yo –dijo Álvaro mientras apartaba mi bandeja. Sonreí y pensé, “que cojones… ¿a esto he estado renunciando durante tanto tiempo?”

Solo un sueño…nada más.