La pulsera Cap. 9 Final de etapa.

Pese a ser una calle tan transitada como esta, la marabunta de gente que rodeaba a Daniel no era más que una masa uniforme que despistaba muy levemente la atención que este ponía en el momento. Tras salir de la tienda, dar dos pasos, girarse y sentir la sangre helada al oír su voz; Daniel solo supo decir:
-¿Eres tú de verdad?- Dijo sonriendo por primera vez de verdad desde hacía mucho tiempo.


-Si Daniel, soy yo…
-No esperaba que fuese tan fácil encontrarte.
-No lo es. En realidad yo te he buscado a ti. Para avisarte.
-¿Avisarme de qué?
-De que te alejes. De que sigas. De que vuelvas a Madrid y sigas tu vida.
-Pero, ¿de qué estás hablando?- Gritó Daniel con tono de incomprensión.
-Aléjate de esta ciudad, de esta calle…
-¡Tú me has dado alojamiento! ¡Tú querías verme!
-¡Deja de montar un drama con esto! Las cosas han cambiado mucho desde que llegaste tú. Ainara se enteró de que habías venido y surgieron dudas.
-¿Dudas de qué?
- Daniel… Ainara se marcha de Barcelona. Para siempre.
Daniel sintió como si una daga atropellase torpemente su corazón y como si todas las ilusiones del mundo se esfumasen siendo la antítesis de lo que en aquellos momentos se gestaba, una nueva religión que hacía eco por todo el mundo pero que aún era una simple leyenda sobre el bienestar supremo y la heroína felicidad, placebo del alma.
-Tengo que ir a verla.
- No Daniel. No iras. Ainara se marcha dentro de dos meses.
-¿Por qué se marcha?
-Razones fuera de tus asuntos, Daniel. No hagas más preguntas.
-Dime donde está o desarmaré esta ciudad, ladrillo a ladrillo, hasta encontrarla.
-Eso te honra…
Una sonrisa en la boca y dos ojos bañados en lágrimas en la cara del otro interlocutor cambiaron radicalmente y pasó a ser una cara de puro terror.
-Daniel, corre.
-¿Qué?
-¡Daniel, ostia corre!
De pronto, un zumbido veloz cortó la emotividad de Daniel provocada por el momento y una bala alcanzó a su acompañante en el hombro. Este grito desgarradamente. A modo de acto reflejo Daniel se tiró al suelo. La segunda bala le alcanzó en el pecho y, sumada a la del hombro, hizo que se desplomase sin conocimiento al suelo y manchar su precioso vestido verde de sucia sangre oscura.
La gente gritaba y el agresor corrió hasta el primer callejón donde cobijarse. Lo único que Daniel pudo ver de él fue una larga chaqueta marrón y un revolver plateado que exhalaba humo por el cañón. Un sombrero de cowboy le tapaba la toda la cara. Toda excepto una sonrisa con reflejos de un canino de metal que asomaba por su siniestra mueca.
Daniel, aun en estado de shock, se levantó y se acercó al herido. De la tienda de discos salió Manuel. La gente gritaba. Se oían sirenas. Pero la calle era puro silencio. Daniel sentía los latidos en su sien. Todo quedaba a un segundo plano. Todo era lento. Todo era oscuro.
-¡Daniel!
Solo silencio
-¡Daniel!- Alguien le llamaba.
-¡Daniel, entra a la tienda! Te ayudo.
Daniel, temblando se acercó a la tienda y cerró puerta tras de sí. De repente todo recuperó su ritmo natural
-Voy a llamar a una ambulancia. ¡Ayúdala!
-Vamos, se fuerte. Ya vienen a por ti. No te mueras por favor… - Dijo entre soñozos…
Y haciendo caso omiso a las suplicas de Daniel su corazón poco a poco fue perdiendo fuerza… Hasta morir. Daniel sostuvo en sus brazos llorando el cuerpo inerte de Soledad.

Comentarios

Roberto Miquel ha dicho que…
¿Y la terminas así la primera "etapa"? Mientras no signifique que vas a dejar un tiempo antes de continuar la historia...
Lo mejor: la visión del asesino; parece una caricatura irreal.
Anónimo ha dicho que…
Deja de enroyarte tanto ombre! keremos accion, a k si?? ke has dejao de lao a ainara!! grrr..¬¬ venga un Vesiyo mi amoooL! (ya ves q el comentario de ayer no se guardo ;) muuuuak
Hueto ha dicho que…
balas en "la pulsera"¿¿?? eso si q no me lo esperaba!!
rupo, creo q a nuestro amigo si que le ha pinchado la vena marvel xDD

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