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Mostrando entradas de febrero, 2007

La tienda (Discos el Sol vol.2)

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La tienda era uno de los últimos reductos de la música apartada del mercado, disco olvidados se escondían en las cubetas esperando que alguién fijase su vista sobre ellos y con una sonrisa y los ojos llorosos decidiese adquirir ese LP que marcó algún momento de su vida, Manuel sabía que los discos sentían y padecían ese olvido y por eso se preocupaba de revisarlos regularmente, limpiar el polvo que las viejas paredes dejaban caer sobre ellos y de vez en cuando ponerlos en su tocadiscos para llenar de sentimientos el aire de aquella habitación, lo que convertía a la tienda en un recinto aislado del paso del tiempo y de los éxitos facilones del momento. Manuel estaba enamorado, enamorado de la música, sabía que aquello era un tópico, sabía que todo hijo de vecino en algún momento de su existencia había dicho eso de "la música es lo que mueve mi vida" o el también típico "no puedo vivir sin ella", pero en su caso era diferente, sentía emociones inexplicables con segú

Carta ciclica

Querida Soledad: Te escribe, desde el exilio temporal, tu mente rebuscada y tu más considerado amante. Desde hacía unos años nos veíamos muy amenudo , entre sonrisas y lágrimas , jaquecas y días de insomnio. Pero ahora no... Ahora, la más fiel de las amantes, he decidido soltarte la mano. Tanto amiga mía, tanto ha pasado... Sabes, igual que yo, que esto no es una carta de despedida, es una carta de traición, un desacato a tu autoridad, a tus directrizes que, como un borrego, he seguido, creando sobre ellas los más absurdos ideales a los que aferrarse un cateto de mi altura puede permitirse. Ni un 14 de febrero ni un 18 de mayo. No hay fecha ni justificante médico para hacer novillos al destino y eso, amiga mía, es una lección más que aprendida que nos dedicas. Y es que tu compañía quema y enseña. La letra con sangre entra y tú, haces heridas que la letra no consigue curar (por mucho que me emperrase en intentarlo). Así que bolas a tu campo. Búscate otra boca de idiota a la que ap

Felicidad, parte 4

Estar en Ha-Shalshele le ponía enfermo. Aquella calle rezumaba judaísmo por cada edificio, cada tienda y cada milímetro de suelo. Esta era su ciudad, no la de los judíos. Y a nadie le importaba. Se la habían regalado. Les habían compensado lo que les hicieron unos pirados en Alemania robándonos nuestra tierra. Ramala no significaba nada. No era capital de nada. Jerusalén era su capital, y esos apestosos judíos la seguían ensuciando, con sus amigos americanos. Y a ONU lo ignoraba, miraba a otro lado. Y la Autoridad Nacional Palestina seguía intentando hablar con esos ladrones. Seguían pensando que llevaría a algo. Pero sólo miraban, allí en las Naciones Unidas. Miraban, hablaban, pero no participaban en las decisiones. “Observadores” les llamaban. Sólo había una solución posible para acabar con la ocupación de Israel. Los judíos podían pensar que eran el pueblo de Dios, pero les acababa de vender a sus enemigos. Mas’ud, el dios al que habían aceptado como su Dios. Estúpidos malnacidos.

Los Sueños del Insomnio. Cap1

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(bueno...por fin mi boli se a lanzado y ha decidido tratar de escribir el comienzo de un relatillo...las ideas todavia estan fraguando en mi cabeza, y esta primera parte se queda un poco sosa peeeero...espero que poco a poco vaya arrancando. Lo mismo de la ultima vez: estoy verde y necesito moldearme, asique acepto criticas gustosamente, si no en blog en persona, como querais!!1abrazo) Cuchara, mechero, jeringa, aguja, embolo, presión, silencio…. Os lo juro, hay días que pondría el ingrediente que falta al principio de esa receta barata de evasión…o como la quieran llamar algunos. Abrí los ojos. Digo “abrí los ojos” y no “me desperté”, porque últimamente volvía a tener otra de esas rachas de insomnio a las que no encuentro explicación. Definitivamente, mi cuerpo y yo no nos entendemos. El reloj marcaba las 3 de la tarde, mierda, pensé, otra vez no… Padecía de aquello que los amigos llaman Días Grises, solo que mis “Días”, se habían convertido en meses hacia tiempo. Mi vida era un conju

Discos el sol

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Manuel era un hombre de unos 'treintaytantos', vestía ropa más bien ancha, tejanos desgastados, camiseta de color negro con las mangas dadas de si y sobre el hombro una gabardina raida, era el típico tipo que no se preocupaba por su apecto, de hecho esa mañana no había hecho ningún esfuerzo por elegir la ropa que llevaba, simplemente había mirado a la silla y se la había puesto de nuevo. Manuel trabajaba en una tienda de discos especializada en rarezas, vinilos que hacía décadas habían sido grandes éxitos y hoy eran pasto del polvo y vinilos que hace décadas fueron fracasos totales de ventas y que en la actualidad eran piezas de coleccionista, ¿la verdad? la tienda era una ruina total,de vez en cuando algún coleccionista se dejaba allí el sueldo, pero por lo general... pero por lo general sólo entraban de vez en cuando algunos chavales jóvenes que despistados pedían algún disco de reciente lanzamiento consiguiendo con ello una sonrisa de Manuel, que amablemente les explicaba qu

La pulsera Cap. 6: Melancolía

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- Perdóneme señor, ya hemos llegado... Una amable señorita; vestida y pintada como las veinte de sus compañeras con cara de alivio tras llegada; despertó a Daniel, que había dejado su cabeza apollada sobre el cristal de la ventanilla. Se limpió la cara, recogió su iPod y su maletín con la guitarra y con la cara de un papel en blanco. Bajó cuidadosamente las escaleras del vagón y depositó sus pies sobre el suelo lleno de colillas de cigarro-últimominuto de la estación de Barcelona. Aqui estaba, empezando de nuevo. Después de inspeccionar visualmente la estación comenzó a andar. Recogió su ticket de maleta perdida y no le dió más importancia que la que no sabía darle. Buscó en su bolsillo el número del "contacto" que le iba a proporcionar una cama y un primer trabajo y en la primera cabina lo marcó. - ¿Si? - Hola buenas tardes. Soy Daniel. Me han dado este número. Me dijeron que preguntase por un sitio donde dormir. - Daniel, ¿no me reconoces? - Disculpeme... Creo que no... -

Nuevo formato de Cuentame algún Cuento

Gracias a vuestros comentarios y sugerencias empezamos a actualizar la vista de este blog. Para ello metemos dos nuevos cambios: De imagen (en el que no debeis cambiar vuestra forma de acceder o editar el blog). De lectura/escritura: Si eres lector lo único que cambia es que ahora podrás leer el principio del post y si te interesa debes hacer click en leer más. Si eres escritor---> Cuando quieres crear una nueva entrada debes poner la parte que quieres que se previsualize en la primera sobreescritura y lo demás en la segunda. Cuando intenteis escribir una nueva entrada vereis que es muy sencillo. Un saludo y gracias. PD: Si necesitas ayuda pon un comentario en esta entrada.

Felicidad, parte 3

Tuvo que terminar. Era imposible seguir así, aunque el pasado hubiera sido tan... cálido. Quizá fue la edad, pero Julia siempre pensó que había algo más en su relación. Que no era como las demás, o al menos no como la mayoría de ellas. Una chispa, un fuego y de pronto el agua. Y humo. Y habían durado tanto, sin los problemas de las relaciones jóvenes. Desde los 16, hace ya 8 años. Durante la noche, un ladrón sonriente, un bufón con piel de serpiente, arrancó de la cama el ardor de dos amantes, y cuando despertaron eran extraños. Él quería seguir, era feliz. Pero acabó con su corazón. En una misma noche perdió el amor y la felicidad. Se consolaba pensando que había ganado humanidad. Y así dejó España, su país de siempre, con el corazón lleno de tiritas, y huyó a la ciudad del amor. París. El odio, como una mancha solar, revolviéndose, explotando, volviendo a nacer, ocultando.

La pulsera Cap. 5: La fiesta

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Nota del blog: Esta historia tiene una continuidad. Si no has leido las anteriores es posible que no te enteres de nada. Para poder acceder a los capítulos anteriores, a tu derecha tienes una barra de categorías. En ella encontraras el título de esta historia y si pinchas en ella verás todos sus capítulos. El orden es por novedad,, así que el último relato de esa categoría es el primero de esta historia. ¡ Disfrútalos ! Vísperas de un verano, un año, un día: Daniel observaba tras la ventana de su clase como el sol se acercaba al árbol . Llevaba más de 20 minutos mirando con la misma cara aquel estúpido tronco con hojas. Su mente hacía cábalas sobre adolescentes de entre 16 y 20 años a las cuales amaba con toda la fuerza que puede proporcionar una erección repentina. Poco más. La vida de los chavales es tan vanal para los maduros... Pero lo que no saben es que es pura dinamita. La mente de un joven dócil ante el amor es creatividad pura. - ¡ Dani !- Susurro en un tono más cercano

Marea Alta

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(Llevo mucho tiempo sin escribir chicos….demasiado!!Así que acepto críticas constructivas, pero también darme una oportunidad!) - [...] - Te Quiero. - Ya, ¿y eso lo dice tu también tu lado bromista? - No, eso lo digo yo. - … - … - ¿Oye? Hay momentos en los que el silencio es capaz de gritar…. Llevaban discutiendo un rato. Quejas por aquí, malentendidos por allá, la conversación pasaba la pelota de teléfono a teléfono, y cuando parecía que la marejada acababa, otra ola indicaba llegada de la marea alta… Ella era su vida. Su amor. Su tortura. Su principio. Su final... ¿Él? Se hacía llamar fuerte y creía poder superar lo que se le afrontaba. No presumía de no llorar, pero pensaba que era capaz de sobrellevar sus problemas. Que dulce e inocente es la arrogancia… La vida no sonreía a ambos, pero el uno era una sonrisa para el otro. Él le había mostrado la felicidad y ella le había enseñado a amar. “Te Quiero”. Dos palabras. Que desprestigio de lenguaje. Cuanto criticamos que

Primavera volumen.1

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Hacía un frio de cojones, le dolían las manos, el volante estaba congelado y había niebla, pero era un día espléndido, un día de primavera... Llegó y se metió en la cama, ella le esperaba, dormida, cálida, con su melena abrazando la almohada. Se desvistió y se metió bajo el edredón suspirando, ella se giró y le hizo un hueco entre sus brazos... Era un día espléndido, ni la niebla, ni el reflejo de los dígitos rojos que rezaban '6:55' en el despertador, ni el uniforme de guardia de seguridad cuidadosamente doblado sobre la mesa conseguían apagar el calor de aquel día primaveral, en sus brazos se durmió, en la ventana un termómetro gritaba una incoherente cifra bajo cero...