Los Sueños del Insomio. Cap4


- ¡Pídeme que me quede! Por favor… ¿Por qué no me pides que me quede? Pídemelo por favor…pídeme que me quede…

Abrí los ojos. Joder…malditos recuerdos. La ventaja de los sueños es que te despiertas y se acaban, con suerte ni recordarás aquello con lo que habías soñado. En cambio, la sensación de soñar despierto te acompaña hasta mucho después, al no “despertar” es mucho más difícil acabar con esos pensamientos.

Me restregué los ojos apartando un par de legañas mojadas y bajé el brazo para agarrar mi denominada “botella de resaca”, situada estratégicamente en la cabecera de la cama. Vacía. “Cojonudo”, pensé. Note movimiento a mi lado y giré la cabeza para ver la rubia melena de Eva descansando sobre la almohada, que se giraba dándome la espalda. Ese fin de semana mis padres se habían ido de viaje por su aniversario y yo, reacio de fiestas donde los menores resultados son cojines teñidos de vino, tras una noche de quicos, pipas y rondas de “horas felices” de bar en bar, había acabado dejándome llevar por los encantos femeninos de Eva, aspecto que fue facilitado por las copas y la sensación de soledad que me había acompañado ese día.





Lentamente me incorporé, y caminé desnudo por el pasillo hasta la cocina, botella en mano, dispuesto a calmar mi sed mañanera. Mientras notaba el frío de la tarima en la planta de los pies, comencé a recordar lo acontecido la noche anterior (cosas de la resaca…por mucho que recuerdes todo, los recuerdos irán apareciendo escalonadamente desde el momento del despertar, dejándote con dudas sobre detalles hasta, más o menos, la hora en la que decidas sumergir la cabeza en agua helada). Un bar por aquí, dos rondas acá…y al final el encontronazo y posterior desenfreno en el recibidor de mi casa. No era la primera vez que ella lo intentaba, pero ésta era la primera que conseguía lo que se había propuesto tiempo atrás. Tengo que reconocer que no me vino mal del todo aquel día… Hay ocasiones en las que los mejores puntos de sutura para el corazón son el cariño y los besos de una mujer…aunque la mayor parte de las veces no cosan heridas, si no que las hagan sangrar de nuevo, arañando con recuerdos…

Afortunadamente el alcohol y la tranquilidad de una casa vacía transformaron esa ocasión en el primer caso.

Mientras sopesaba todo esto, la observé desde la puerta, tapada solamente con una sábana hasta la mitad de la espalda, y peleándose con los rayos del sol por seguir durmiendo.

Me reí yo solo pensando en la juerga de la noche anterior, y di otro sorbo a la botella ya llena. Entonces caí. El mechero. No estaba. Solté la botella en la mesa y volví hacia la cocina a pasos largos. No podía ser, habría mirado mal. Al llegar a casa por la noche, entre risas e hipos, habíamos tirado la poca ropa que llevábamos por la casa, pero recordaba perfectamente que antes de eso había vaciado mis bolsillos en la encimera. Móvil, llaves del coche, B3, cartera, monedas sueltas y el mechero. No hacía falta estar sobrio, sabía que ahí tenia que estar, me había asegurado de colocarlo fuera del alcance de las perras. Tenia que estar ahí…

Llegué a la cocina con el corazón en la boca, y mire la encimera…No estaba. No se veía por ningún lado. Registre la cocina, levantando mis cosas, tapas de microondas, bolsas vacías, los bolsillos del pantalón de nuevo…Nada. No estaba. Una sensación de desesperación comenzó a invadirme. Por una parte pensaba que solo era un maldito mechero blanco, pero por otra notaba como un sentimiento de culpabilidad y tristeza comenzaba a aflorar. No me había dado cuenta, pero ese mechero se había convertido en “mi talismán”, tenerlo en la mano provocaba que en lugar de recordar el pasado, pensase en mi futuro. Pero como me solía ocurrir, cuando encontraba un apoyo fuerte, renunciaba al resto de mis cimientos, y al desaparecer éste, me veía cojo en la vida…

Me senté en el banco de la cocina con la cabeza entre las manos, con más dudas que nunca. ¿Había soñado despierto con el mechero todo este tiempo? ¿Iba a perder siempre todo aquello que comenzaba a valorar? Por primera vez en meses lloré yo solo, sin necesidad de hombros ajenos, lloré en silencio preguntándome en que parte de mi camino había perdido el cruce.

Y también por primera vez desde hacia tiempo, me dormí en mi propia casa…con la cabeza hundida en mis brazos, nadando entre recuerdos.



Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Joder,q chulo. Me gusta mucho como escribes y has hecho que me enganche. =)
"..cuando encontraba un apoyo fuerte, renunciaba al resto de mis cimientos, y al desaparecer éste, me veía cojo en la vida… ". Ke razón tienes.Creo que mas de uno alguna vez se ha sentido asi.
Bueno, espero impaciente el siguinte capitulo de esta genial historia.
Un beso.Cuidate.
Nawi
Anónimo ha dicho que…
Aunque no es el mejor de los tres...es el mejor!!!
jajaja ;)
sinceramente que palo esperar hasta las tantas a que los cuelgues... lo que hace el amor... XDD

un beso enorme castellanito!
Anónimo ha dicho que…
Para bien o para mal, no me esperaba menos...
suena a final de la historia?espero que no...
casualidades de la vida,ahora stoy utilizando un mechero blanco jeje las letras son negras no?pero m hace gracia...(creo q por fin voy a dejarlo jeje)
a cuidarse!
Nacho ha dicho que…
Si lo poco que nos ilusiona en esta vida (como dormirse en un autobus, escribir hasta tarde, fumar o cuidar de mecheros blancos) se esfuma, nos vemos más que cojos... Estamos vacios. Existencial, emocional o del tipo que quieras, el caso es que perderlo no cuesta nada recuperarlo mucho.
Pero no es imposible. Lo poco extraño de estas cosas es que no tienen porque acabar mal ni bien. Simplemente acaban.
Por lo demás, que decirte!que lo mucho que tienes en esa cabeza no merece una depresión ni mucho menos una recaida...
Un saludo... y pa' lo que necesites.
Roberto Miquel ha dicho que…
Sobre la historia: Mejor que la parte anterior; todavía incompleto (ahora voy a la parte 5, y ahí supongo que diré algo más útil), pero desde luego mejor.
Para ti: No sé si lo has leído (de hecho no sé si te gustan los cómics), pero te recomiendo The Sandman, ya que te gustan los sueños. Neil Gaiman (su autor; mi dios) es la persona que más sabe (saber de verdad, no ciencias estúpidas) de sueños.
Están reeditándola ahora (van por el número 10 (20 americano) por ahora), y si no quieres comprarlos (por si no gustan) hay bastantes números en el e-mule.

Entradas populares de este blog

Club Soledad: Blad

NOTA DEL BLOG