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Mostrando entradas de mayo, 2007

La pulsera: Segunda etapa Cap.2

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Nota del blog: Esta historia tiene una continuidad. Si no has leido las anteriores es posible que no te enteres de nada. Para poder acceder a los capítulos anteriores, a tu derecha tienes una barra de categorías. En ella encontraras el título de esta historia y si pinchas en ella verás todos sus capítulos. El orden es por novedad,, así que el último relato de esa categoría es el primero de esta historia. ¡Disfrútalos! Pasó la noche tirando chinas a la ventana equivocada pero no sería suficiente fracaso para cesar en su intento. A la noche siguiente acertó en la ventana y en las intenciones. - Daniel, ¿qué haces aquí? - Sol o venía a verte… - ¿A la 1 de la madrugada? Sabes que no me dejan salir hoy. Es el cumpleaños de mi madre. - ¿Están tus padres? - No, solo está mi madre. Mi padre se ha ido a celebrarlo por ahí. - ¿Crees que me dejará pasar a verte? - ¿Qué has bebido? - Tú inténtalo… - ¡Estás loco! Desde dentro se escuchó una voz que pedía explicaciones. Ainara giraba la cabeza e int

mujeres y coches

me enervan las mujeres que te valoran por tener coche. sé que para ellas supone un plus, una cualidad añadida que les permite profundizar en su ruta hacia la supuesta madurez con la que acostumbran jugar. cuidado, que no digo que todas las mujeres que te valoran por tener coche sean así. habrá más motivos, supongo. es más, ni siquiera generalizo. estoy convencido de que existen mujeres que eso de que tengas coche les da igual, del mismo modo que existirán otras que les sea indiferente, pero que si lo tienes pues mejor, ¿no? además, sé que, como a cualquiera, les confiere cierto grado de libertad. y encima con chófer incluido. sí, la verdad es que puede ser algo rentable. tranquilas, nenas. dentro de poco yo también tendré coche. hablaremos entonces. seguro que alguna vuelve a llamar.

capas

estoy alienado y se me ha olvidado escribir, alineado en la escuadra de la academia, de los oficialistas sensiblones de la revolución del tulipán que marchita en sus pechos frágiles, alineado por los nostálgicos de los clásicos del siglo pasado, por los imperdibles ensartados en recopilatorios de editoriales para estudiantes visores varios y demás parafernalia que amamanta las palabras de los antepasados de rizos rubios, golondrinas, métricas cuadradas y capas al viento. sobre todo capas, demasiadas capas.

buenos días

y si lo que buscas realmente es dejar de madrugar y de hacinarte en el autobus apestoso con el resto de los enfermos escupidores de amargor con gargajos de café, grasientos, casi desnutridos, pues da el palancazo. enfurecete si es preciso y asesta unos cuantos golpes, injustos pero certeros, a quien se interponga y después huye caminando mientras te desnudas y planeas el resto del día, a ver qué se puede hacer.

NOTA DEL BLOG

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Debido a la continuidad de tres de las historias que podemos leer en este blog, me he propuesto ir publicando en formato PDF las distintas "etapas" o "tomos" de las siguientes historias, para que no nos perdamos a la hora de leerlas: Felicidad - PDF Los Sueños Del Insomnio - PDF La pulsera - PDF Los autores de esas historias deben darme su visto bueno dejando un comentario en esta entrada. De este modo, comenzaré a crear sus PDF . Un saludo!! Nacho Sobreescribe aquí el resto del texto (solo lo que falta).

Los Sueños del Insomnio Cap.8

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El viento soplaba fuerte desde abajo creando cierta sensación de vértigo al asomarse a la caída que dejábamos a nuestra espalda, y en el horizonte se contemplaba Madrid al completo, de extremo norte a extremo sur, medio tapada por esa nube de humo que la acompaña en días calurosos. Como cada vez que subía allá arriba, una sensación de calma me inundó al pisar la roca fría y mirar hacia delante, tratando de dejar atrás la mochila de mis preocupaciones, como el montañero que llega a su destino y al desembarazarse de su carga se siente flotar durante unos instantes... Afortunadamente, en ese lugar los instantes se alargaban a minutos, hasta que uno dejaba de ser esclavo del silencio y abría la boca para hablar. Denominado “El Helicóptero” por los escaladores de la zona, ese rincón apartado de la civilización, pero desde el cual a la vez tenias casas a tiro de piedra, era uno de los pocos lugares selectos que aun guardaba para mi en momentos difíciles. Él estaba sentado en uno de los hue

Los Sueños del Insomnio Cap.7

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“Con los muñones que escriben derecho en renglones torcidos… Con el olvido que siempre se acuerda de resucitar…” Tras el último golpe, escupí un último rastro de sangre al suelo y me limpié con la mano los restos que aun permanecían en mis labios. Él estaba enfrente de mi, prepotente como siempre, con una leve sonrisa entre los labios y mirándome fijamente. - Veo que no te cansas de lo mismo, siempre con tu misma manera de saludar… ¿te crees que me sorprendes? – solté desafiante mientras clavaba una rodilla en el suelo para levantarme. Mentía, por supuesto, pero si algo estaba claro es que no pretendía dejarme intimidar fácilmente por un puñado de golpes, bien clavados eso si… Su voz sonó extrañamente familiar, a pesar de que hacia tiempo que no nos encontrábamos cara a cara: - Hmm…me parece que el tiempo te ha tratado mal…antes aguantabas mejor los golpes. Sabes que es mi forma de ser, tú dices hola, gritas, o haces el imbécil. Aunque no lo desee,

Felicidad, parte 8

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El puente de St. Louis estaba iluminado con una mezcla de eficacia y la magia que había hecho famosa la ciudad. El Sena susurraba en sus constantes idas y venidas una música orquestal, mantenida con oboe, con los violines aullando caóticas melodías fusionadas en un sonido conexo. Norte-Dame presidía la escena, imponente como siempre, irresistible, indestructible, y más arriba, la luna se arropaba con una fina manta de nubes. - He venido a París buscando esto – dijo Julia. Andaba despacio, sin dejar escapar el momento. - París es una ciudad única – dijo Odette -, pero es mejor no vivir aquí demasiado tiempo. Huir antes de ver su lado oscuro. Pero es así en todas las ciudades, ¿no? Todas tienen su encanto y todas son capaces de destruirlo. - Aprovéchalo, Julia, no dejes que te roben esto, ni siquiera Odette – dijo Gilles -. Ninguna ciudad te ofrece lo que da París. - Ninguna te cobra lo que te quita París – dijo Odette. Continuaron paseando por el islote adormecido por el río hasta