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Mostrando entradas de marzo, 2007

El Club Soledad: Maru.

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Nadie nos enseña a vivir. Nadie nos cuenta cómo debemos empezar a ser felices. Quizá es la razón de que nunca lo seamos. No se dictaron normas ni tampoco manuales, por eso somos libres y desdichados. Somos independientemente dependientes de algo. Nos mentimos (primera fase), nos deprimimos (segunda fase), continuamos deprimiéndonos (tercera fase), negamos todo contacto con cualquier persona (cuarta fase) y lloramos (quinta fase)… Hasta ahí conozco yo. No sé en cual he estado ni en cual estoy, pero conozco cinco historias. Cinco historias que nos enseñan que la soledad no es cosa de uno. Máster en soledad, Nobel de desdicha, record de lágrimas. Maru había sido más que bella. Había sido perfecta. Sus padres la habían educado como la perfecta esposa y envidiable madre. Rímel desde los trece, carmín desde los quince. Falda corta, descaro de largo. Aprendió más con su cuerpo que cualquier capullo con un libro. Supo dirigir y exigir, desear y ser amada. Era la mayor zángana, hija de su

Felicidad, parte 6

Han pasado sólo tres días y ya pienso en volver. Hoa. Hoa. Tu nombre aparece en cualquier lugar, entre cualquier pensamiento. Hoa. No puedo olvidarte. No puedo dejar de pensar en ti, y te veo en las caras de los demás. Quiero volver contigo, pero sé que no puedo, que ya no tengo lugar allí. Ni siquiera quiero formar una familia contigo; no tal y como están las cosas. Pero es tan difícil, Hoa. Es tan difícil luchar contra un sentimiento tan fuerte. Ojalá cuando leas esta carta vuelvas a ser la de antes. Ojalá olvides todo lo que te ha convertido en lo que eres y recuerdes cómo eras. Cuando nos pasábamos las noches juntos, cuando nos contábamos todo, desde lo más estúpido hasta nuestros más profundos pensamientos. Ojalá abras los ojos y consigas hallar la fuerza con la que luchar por mí. Yo estaré siempre, y siempre podrás encontrarme. Te quiero, Hoa. Bao. - Intentaré volver, Judith. Lo antes posible. - Lewis, no te preocupes por eso. Me has dado algunos de los mejores ratos de m

Los Sueños del Insomnio. Cap5

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Se llamaba Diana. Vestía unos vaqueros azules nuevos-desgastados que terminaban al final de sus largas piernas en el interior de unas botas de fieltro marrones, con pinta de haber sido usadas en solo dos o tres ocasiones. El pelo, suelto, de color castaño claro, le caía suelto sobre los hombros de un suéter del mismo verde intenso que sus ojos. Sin saber porque sabía ya su nombre y sentía que la conocía de toda la vida, pero a la vez me era desconocida por completo. Y estaba sentada enfrente de mí… Había cerrado los ojos en mi cocina, y antes de abrirlos sentía el meneo del autobús. Viajábamos desde no se donde hacia donde no quería saber, y estábamos en asientos contiguos, uno a cada lado del pasillo, ella y yo (ya con ropa) solos en todo el autobús. Me revolví en el sitio tratando de averiguar que estaba ocurriendo y entonces fue cuando levantó la mirada del libro que leía incansablemente y me habló… - ¿Estás bien? La mire fijamente sin decir palabra alguna,

Los Sueños del Insomio. Cap4

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- ¡Pídeme que me quede! Por favor… ¿Por qué no me pides que me quede? Pídemelo por favor…pídeme que me quede… Abrí los ojos. Joder…malditos recuerdos. La ventaja de los sueños es que te despiertas y se acaban, con suerte ni recordarás aquello con lo que habías soñado. En cambio, la sensación de soñar despierto te acompaña hasta mucho después, al no “despertar” es mucho más difícil acabar con esos pensamientos. Me restregué los ojos apartando un par de legañas mojadas y bajé el brazo para agarrar mi denominada “botella de resaca”, situada estratégicamente en la cabecera de la cama. Vacía. “Cojonudo”, pensé. Note movimiento a mi lado y giré la cabeza para ver la rubia melena de Eva descansando sobre la almohada, que se giraba dándome la espalda. Ese fin de semana mis padres se habían ido de viaje por su aniversario y yo, reacio de fiestas donde los menores resultados son cojines teñidos de vino, tras una noche de quicos, pipas y rondas de “horas felices” de bar en bar, ha

Los Sueños del Insomnio. Cap3

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(A Bruce y a Jula, por todas esas tardes hablando de nada y de todo al mismo tiempo. No aparecisteis ni pronto ni tarde, aparecisteis cuando más os necesitaba. Un abrazo) - ¿Qué coño te pasa tío? Estás más callado de lo habitual, y eso ya es difícil viendo como has estado estos días. Álvaro, mi compañero de clase, me miraba desde el otro lado de la mesa del comedor de la cafetería mientras mascaba uno de los filetes de su plato embutido entre dos trozos de pan. Tenía motivos para preocuparse, no había abierto la boca en todo el día, ni siquiera cuando habíamos leído en el tablón de física que se cancelaba una de las prácticas a causa de un examen al cual ni nos íbamos a presentar. Él había saltado por el departamento mientras yo me había limitado a esbozar una leve sonrisa. Llevaba varios días callado…desde el episodio del autobús trataba de ordenar mi cabeza pero era imposible. No le veía el sentido, seguía sin dormir por las noches, pero al llegar el autobús,

La pulsera Cap. 9 Final de etapa.

Pese a ser una calle tan transitada como esta, la marabunta de gente que rodeaba a Daniel no era más que una masa uniforme que despistaba muy levemente la atención que este ponía en el momento. Tras salir de la tienda, dar dos pasos, girarse y sentir la sangre helada al oír su voz; Daniel solo supo decir: -¿Eres tú de verdad?- Dijo sonriendo por primera vez de verdad desde hacía mucho tiempo. -Si Daniel, soy yo… -No esperaba que fuese tan fácil encontrarte. -No lo es. En realidad yo te he buscado a ti. Para avisarte. -¿Avisarme de qué? -De que te alejes. De que sigas. De que vuelvas a Madrid y sigas tu vida. -Pero, ¿de qué estás hablando?- Gritó Daniel con tono de incomprensión. -Aléjate de esta ciudad, de esta calle… -¡Tú me has dado alojamiento! ¡Tú querías verme! -¡Deja de montar un drama con esto! Las cosas han cambiado mucho desde que llegaste tú. Ainara se enteró de que habías venido y surgieron dudas. -¿Dudas de qué? - Daniel… Ainara se marcha de Barcelona. Para siempre. Dan

Felicidad, parte 5

- Hendrik -. Mamá sonidéa . Apreso mano. Mamá delante yo. Mamá mueve yo zig-zag. Mamá toca yo. Bostezo. Hombre y hombre y hombre y hombre delante yo. Hombre y hombre y hombre delante yo. Suelo delante yo. Hombre y hombre y hombre delante yo. Mamá va. Mamá mueve yo zig-zag. Hombre delante yo. Hombre ríe. Hombre no ríe. Hombre va. Hombre grita. Hombre molesta yo, luz calor. Dzhojar entró en el Kremlin por la puerta para visitantes, situada bajo la torre Kutafya. Las alarmas no captaron nada inusual, aunque llevara todo el cuerpo cargado de dinamita. Al principio no sabía si hacerlo en la fortaleza o en la Plaza Roja, y, aun habiendo elegido el Kremlin, le faltaba determinar el lugar exacto. Cruzó el puente Troitskiy. ¿En las catedrales? ¿En la residencia del presidente? ¿En el Palacio de Congresos? Quizá el arsenal era la mejor opción. Quizá estaba lleno de explosivos y podía encenderlos con la dinamita. Pero no podía basarse en un quizá. Tenía que matar a todos los que pudiera, y cerca

Antenas al cielo

Recuerdo el día. Todos lo recordaríais si lo hubierais vivido, o si lo pudierais recordar. Recuerdo que salía de casa de unos amigos a las doce de la noche, después de haber estado hablando y bebiendo. Habían llegado unos paquetes el día anterior, y entre comida, ropa y otras necesidades encontramos la más básica: vozka. En Savissivik, el asentamiento que, por aquel entonces, contaba con unas 70 personas, no duraba mucho el alcohol y nos resultaba difícil pagarlo. No hay mucho con lo que comerciar en una zona helada de Groenlandia. Recuerdo que, al salir, el cielo estaba ardiendo. Una aurora polar bombardeaba enormes ondas rojizas con el movimiento caótico de las llamas. Llenaba el cielo de luz, arrojando finos haces púrpuras que fustigaban el hielo. Los marinos piensan que el océano es eterno, pero no entienden el significado de eternidad hasta que llegan al hielo. Aquella luz, creada en el cielo y reflejada en la tierra, fue la más potente que pude ver durante un año entero. Y fijé m

La pulsera Cap. 8 Coincidencias

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Nota del blog: Esta historia tiene una continuidad. Si no has leido las anteriores es posible que no te enteres de nada. Para poder acceder a los capítulos anteriores, a tu derecha tienes una barra de categorías. En ella encontraras el título de esta historia y si pinchas en ella verás todos sus capítulos. El orden es por novedad,, así que el último relato de esa categoría es el primero de esta historia. ¡Disfrútalos! Consumía poco a poco su cigarro pensando en el próximo. Asomado por la ventana miraba a la gente pasar. La calle melancolía estaba poco transitada a las 4 de la madrugada. Alguna mujer de oficio en pena, algún policía obseso detrás de algún beso o de poder usar las esposas. Y mirando compuso la canción que más veces tocaría en su vida... A la mañana siguiente se levantó a la hora exacta en la que no es demasiado pronto para comer pero es muy tarde para desayunar. Se duchó, vistió uno de sus dos vaqueros y bajo las escaleras hasta llegar a la puerta del portal. - ¡Ey!¿Dónd