“Con los muñones que escriben derecho en renglones torcidos… Con el olvido que siempre se acuerda de resucitar…” Tras el último golpe, escupí un último rastro de sangre al suelo y me limpié con la mano los restos que aun permanecían en mis labios. Él estaba enfrente de mi, prepotente como siempre, con una leve sonrisa entre los labios y mirándome fijamente. - Veo que no te cansas de lo mismo, siempre con tu misma manera de saludar… ¿te crees que me sorprendes? – solté desafiante mientras clavaba una rodilla en el suelo para levantarme. Mentía, por supuesto, pero si algo estaba claro es que no pretendía dejarme intimidar fácilmente por un puñado de golpes, bien clavados eso si… Su voz sonó extrañamente familiar, a pesar de que hacia tiempo que no nos encontrábamos cara a cara: - Hmm…me parece que el tiempo te ha tratado mal…antes aguantabas mejor los golpes. Sabes que es mi forma de ser, tú dices hola, gritas, o haces el imbécil. Aunque no lo desee, ...
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