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Mostrando entradas de abril, 2007

Felicidad, parte 7

Judith Lamay, con tantos años vividos que no merece la pena decir el número, había conseguido una copia en cd de los nocturnos de piano de Chopin interpretados por Arthur Rubinstein, una habitación de un precioso hotel en la costa de Normandía y una máquina de escribir. Tiempo atrás todo esto le habría parecido un gasto excesivo. Colocó con cuidado el primer folio y se preparó a escribir en el centro. Sólo necesitaba un título para que todas las palabras que ya conocía empezaran a escribirse solas. Una palabra o una frase que representara todas las historias que le habían contado en su vida, todas las vidas que había conocido por medio de la investigación, para que todos esos nombres casi desconocidos cobraran vida en una novela. Un título. Pensó en ellos, en los soldados que fueron a la guerra por obligación, en los que fueron por patriotismo y en los que fueron por ser violentos. En todo lo que dejaron atrás, todo lo que hicieron fuera del país y todo lo que se perdieron por no p

El club soledad: John

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Las luces vuelan cruzando las ventanillas del Mazda MX-5 negro descapotado que se come a gran velocidad todos los kilómetros desde el hotel Ritz hacia ninguna parte. En el asiento del conductor John aprieta con fuerza el acelerador y mira al infinito pensando solamente en el viento que juguetea con su pelo engominado. Cierra los ojos durante un instante y escucha el motor pedir la sexta marcha aun sabiendo que jamás va a llegar. Se agarra al volante y toma las curvas oyendo los quejidos de los neumáticos al dejar trocitos de estopa en los arcenes de la carretera bidireccional que separa dos mundos paralelos. Su vida, y el resto del mundo. Quizá demasiado egoísta o quizá demasiado especial (en tono despectivo) para dedicarse a nadie más que a sí mismo. John se había acostumbrado a vivir una vida de negocios y estrés. Nació en una familia de bien donde, tanto su madre como su padre, estaban demasiado ocupados para enseñar a su hijo a querer y ser querido. En cuestión de educación, fue un

Los Sueños del Insomnio Cap.6

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“¡No te vayas por favor! No te vayas… ¡Quédate por favor! Quédate…Lo Siento…” Un escalofrío recorrió mi espalda a pesar del agua casi hirviendo que salía de la ducha. Resoplé, y apoyé ambas manos en la pared mientras dejaba que mi cabeza se sumergiese entera en el chorro, cerrando los ojos y notando las gotas resbalar por mi mejilla. El recuerdo de una voz puede perdurar más de lo que pensamos. Las imágenes se distorsionan en la memoria, olvidamos lugares, detalles, luces, caras…pero la voz resulta casi imposible olvidarla. Siempre vuelve… Cerré el grifo y busqué entre el vapor la toalla, justo antes de caer en la cuenta de que estaba lavándose en ese momento. Mierda, pensé. Dejando pequeños charcos por el pasillo llegué hasta el armario y saqué de ahí una limpia, vislumbrando al fondo del armario un cajón lleno de viejos recuerdos. Tragué saliva y mirando hacia otro lado cerré la puerta con el pié. Dejamos un poco de nosotros en cada objeto que usamos, cada hoja que escribimos

La pulsera: Segunda etapa Cap.1

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Nota del blog: Esta historia tiene una continuidad. Si no has leido las anteriores es posible que no te enteres de nada. Para poder acceder a los capítulos anteriores, a tu derecha tienes una barra de categorías. En ella encontraras el título de esta historia y si pinchas en ella verás todos sus capítulos. El orden es por novedad,, así que el último relato de esa categoría es el primero de esta historia. ¡Disfrútalos! Seis horas más tarde la cama se resistía a transportar el sueño de Daniel. Con los ojos bañados en lágrimas, agarrado a la almohada miraba a través de la ventana el amanecer de Barcelona. Se levantó torpemente y cogió con la punta de los dedos el paquete de fortuna que había encima de la mesilla. Encendió un cigarro. Tras la primera calada se restregó las manos en los ojos y soltó el humo mirando al suelo. No podía quitarse de la cabeza el sonido de la balas despeinándole. No podía apagar la imagen de Soledad desvaneciéndose. Se levantó y golpeo torpemente con el pie la