Felicidad, parte 3

Tuvo que terminar. Era imposible seguir así, aunque el pasado hubiera sido tan... cálido.

Quizá fue la edad, pero Julia siempre pensó que había algo más en su relación. Que no era como las demás, o al menos no como la mayoría de ellas. Una chispa, un fuego y de pronto el agua. Y humo.

Y habían durado tanto, sin los problemas de las relaciones jóvenes. Desde los 16, hace ya 8 años.

Durante la noche, un ladrón sonriente, un bufón con piel de serpiente, arrancó de la cama el ardor de dos amantes, y cuando despertaron eran extraños. Él quería seguir, era feliz. Pero acabó con su corazón.

En una misma noche perdió el amor y la felicidad. Se consolaba pensando que había ganado humanidad.

Y así dejó España, su país de siempre, con el corazón lleno de tiritas, y huyó a la ciudad del amor. París.

El odio, como una mancha solar, revolviéndose, explotando, volviendo a nacer, ocultando.

El odio como respuesta a la alegría.

El odio como respuesta a la indiferencia.

El odio de Fabien Chevalier, abandonado, olvidado, que causa la venganza.

El odio que le lleva a subirse a un avión.

La indiferencia que le permite pasar con una pistola.

El odio que le guía.

- Hay algo que no entiendo sobre lo que has dicho antes.

Leeland Trinder y Paul Russeld se encuentran sentados en los cómodos y acolchados asientos de un avión. Había salido con retraso. Quizá sólo sea la felicidad que provocaba crear un retraso sistemático en los vuelos. Pero ya estaba en el aire, dirigiéndose hacia el Atlántico.

- Has dicho que gracias a que la gente está muerta por dentro, gracias a que todos ellos morirán físicamente dentro de poco porque han perdido su sentido de la supervivencia...

- En realidad eso no lo he dicho, pero es un buen punto.

- Gracias a todo eso, los que hemos sobrevivido, podremos crear un mundo mejor y todo eso.

- Más o menos. Sin el toque peyorativo.

- Pero también has dicho que uno de los mayores problemas era el exceso de población.

- Sí.

- ¿Cómo lo evitaremos ahora?

- ¿Comiendo niños?

- ¿Esa es tu solución?

- No, no. Es sólo que... No sé. No tengo ni idea. Antiguamente el bajo nivel de medicina y cuidados personales eran uno de los mejores controles. Y las guerras. Esas sangrientas guerras. Si algún médico ha sobrevivido, cosa que dudo, podríamos matarles a todos.

- ¿No tienes ninguna solución éticamente correcta?

- No lo digo tan en coña. Los médicos son un enemigo de la naturaleza. Para el humano está muy bien que existan, y que avancen sus investigaciones para que podamos vivir mejor y más tiempo, y para que se salven nuestros amigos y familias, pero pensando como colectivo natural...

- Colectivo natural...

- Sabes qué quiero decir. Si pensamos como colectivo natural, la medicina es la peor de las enfermedades. Sin medicina no habría existido la sobrepoblación.

- Quizá tampoco habría existido la superioridad humana. ¿Poner una tirita es medicina? ¿Desinfectar una herida? Si no hubiéramos tenido ninguna forma de curarnos un poco quizá no habríamos podido pasar de los primeros siglos de mente racional.

- Quizá. Tampoco habría que erradicar al cien por cien la medicina. Además no podríamos evitarlo. Todas esas técnicas sencillas las seguiríamos haciendo, pero nada que necesitara estudios.

- ¿No nos llevaría eso a lo mismo a la larga?

- No necesariamente. Fíjate en los pueblos nativos de América. Los del norte. Tenían una medicina bastante más avanzada que la de Europa en ese momento, pero tenían otra conciencia como pueblo. Estaban más ligados a la naturaleza, y aunque su esperanza de vida era mayor que la del resto del mundo no tenían problemas de población. Hasta que llegamos nosotros y la jodimos. Pero la medicina moderna, nuestra medicina, no tiene ese respeto por la naturaleza. Nos hemos convertido en amantes de las máquinas. Las construimos, escáneres y todas esas cosas de hospital, con un alto coste de contaminación. Seguramente hasta las jeringuillas tengan un alto coste de contaminación.

- ¿Y crees que se olvidará ese progreso, que podremos ser como los pueblos indios de Norteamérica?

- No. Seguramente estemos condenados por culpa del progreso. No sé por qué la gente lo considera algo...

La conversación de Leeland y Paul se interrumpió por los gritos de un pasajero. Era algo extraño en esa época, que alguien gritara. No era ninguna sorpresa que, aunque un hombre estuviera en el pasillo con un arma gritando algo en francés, el resto de pasajeros siguiera disfrutando del periódico o el desayuno.

El hombre armado corrió hacia la cabina del piloto, mientras Leeland y Paul se mantenían atónitos. Incluso cuando el avión empezó a caer, como si hubieran hecho un giro demasiado brusco hacia la izquierda, con el suelo francés amenazando con estrellarse contra el avión, los dos americanos seguían sin creerse lo que ocurría.

Hasta que el suelo estaba demasiado cerca de ellos. Se miraron. Dos segundos. Y se pusieron el cinturón de seguridad.

Y el suelo pasó de largo, y llegó el mar.

Y mientras dos americanos, un francés desesperado y unos cuantos masuds estaban a punto de estrellarse, Concepción Montes cruzaba la frontera de México, para poner su primer pie en suelo estadounidense.

Y mientras Cony cruzaba al país de los gringos, Lewis Mitchell embarcaba, con destino a Europa, en un barco que contaba con cuatro pasajeros. Tres de ellos era una familia, que había hecho la reserva el mismo día que Mas’ud revolvió el mundo. El cuarto pasajero era una mujer, de 57 años, que había decidido pasar su vida sin la felicidad prometida.

Y mientras Lewis se preparaba para cruzar un océano con extraños acompañantes, Julia Quintana veía la Torre Eiffel desde su autobús, mientras empezaba a adentrarse en París.

Y mientras Julia huía de su vida para darse otra oportunidad, Fabien Chevalier veía aterrado cómo iba a morir, desde la cabina de un avión.

Y chocó. Pero, y puede haber muchas explicaciones para este hecho, quizá el destino, quizá la suerte, Fabien no murió en el accidente. Se abrió la cabeza, pero fue un golpe ligero en la ceja, que sangró más de lo que en realidad fue.

Después de que se recuperaran de la conmoción, o cuando el avión empezó a hundirse por la abertura del fuselaje tras el impacto, Leeland y Paul se quitaron los cinturones y cogieron los flotadores. La constante información de las azafatas sobre su localización había servido para algo. Paul corrió a la puerta, pero Leeland se quedó mirando al resto de pasajeros, que seguían sonriendo. Vio a una adolescente comiendo del suelo, intentando acabar el desayuno. Un señor mayor, que no había podido contenerse pese a su felicidad, y había soltado su vejiga, había recogido algunas páginas de una revista para continuar su lectura.

Leeland no pudo resistirlo y se echó a llorar. Gritó, furioso, con lágrimas, insultos contra todos ellos, hasta que Paul, que había abierto la puerta, le recogió para llevarle a la salida. Pero seguía furioso, y recordó el porqué del accidente.

Corrió a la cabina y apartó la puerta, que estaba ya destrozada, y vio al francés kamikaze. Le agarró por la camisa y le gritó a él, hasta que se despertó, llorando, y dijo algo en francés que Leeland no entendió. Le levantó y le ayudó a salir del avión. Paul estaba cogiendo los flotadores de todos los asientos, y le dio uno al francés. Con los demás había conseguido crear un flotador más grande.

Y se lanzaron a la mar, con la esperanza de no estar muy lejos de la costa y que la corriente les fuera favorable.

Comentarios

Hueto ha dicho que…
WoW! q duro!! la escena del xoque del avion...q duro. seria una situacion comica no? te empotras en un avion contra el mar, y al tratar de levantarte apartando mascarillas de oxigeno que han saltado x el topetazo y limpiandote las heridas causadas x el asiento de alante....el resto de la gente sigue parada leyendo el IBERIA NEWS!!! jaja!!
me gusta como vas mezclando las historias y las tornas que va tomando la historia.
¿¿la moraleja es, "la apatia no sirve para nada"??
me recuerda a cierto fragmento de una peli..."[...] es mas facil pegar a un niño que educarle[...]"..supongo que alguno se acordara...xD.
1saludo!
Nacho ha dicho que…
Bueno, bueno... Ya no es solo la perdida de toda consciencia y ser feliz. Son autómatas de carne y hueso. ¿Supera su felicidad al instinto de supervivencia? ¿No había alguna droga que hacía eso? xD bueno, me gusta me gusta... a ver como acaba esto!

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