Los Sueños del Insomnio Cap.6
Un escalofrío recorrió mi espalda a pesar del agua casi hirviendo que salía de la ducha. Resoplé, y apoyé ambas manos en la pared mientras dejaba que mi cabeza se sumergiese entera en el chorro, cerrando los ojos y notando las gotas resbalar por mi mejilla.
El recuerdo de una voz puede perdurar más de lo que pensamos. Las imágenes se distorsionan en la memoria, olvidamos lugares, detalles, luces, caras…pero la voz resulta casi imposible olvidarla. Siempre vuelve…
Cerré el grifo y busqué entre el vapor la toalla, justo antes de caer en la cuenta de que estaba lavándose en ese momento. Mierda, pensé. Dejando pequeños charcos por el pasillo llegué hasta el armario y saqué de ahí una limpia, vislumbrando al fondo del armario un cajón lleno de viejos recuerdos. Tragué saliva y mirando hacia otro lado cerré la puerta con el pié. Dejamos un poco de nosotros en cada objeto que usamos, cada hoja que escribimos, cada regalo que hacemos, y al igual que nosotros el resto de la gente también lo hace. Por eso guardamos pequeños trastos, colgamos fotos, llenamos corchos de cosas inútiles, etc. Valor sentimental lo llaman. Y cuando todo se tuerce y el valor sentimental cae a un charco de barro, somos incapaces de deshacernos de todo eso, y solemos guardarlo o esconderlo, aunque curiosamente siempre en algún lado que nos impida olvidarnos de todo aquello, manteniéndose como una espina que se mueve en la herida con el escozor de la melancolía. Rechazamos desecharlo, porque sabemos que estaríamos desechando esa parte de nosotros mismos…o de otras personas que no queremos (o no podemos) olvidar.
Tras la (“breve”) visita de Eva, decidí tomar su consejo y poner un poco de orden a la habitación, removiendo apuntes, vaciando estantes y seleccionando recuerdos…
Es muy duro darse cuenta de que se te ha olvidado como olvidar, y es más duro aún darse cuenta de que tienes que aprender a renunciar a ciertas cosas cuando ni siquiera quieres intentarlo. Apartar aspectos de nuestra vida para tratar de olvidarlos no es sino el equivalente a tratar de ahogar un sueño amargo en los tragos somnolientos del café matutino…
Una vez escuche que “el hombre teme lo que desconoce, y también destruye lo que teme”. Y no hay mayor desconocido y al que temamos más que el miedo a recordar…Afortunadamente fuera de los sueños mandamos nosotros.
Me vestí, agarré los trastos de siempre (móvil, B3, cinta de las llaves, gorra y mechero), y un día más salí a la calle. Me preocupé de coger también el diario universitario que había en la cocina, por si se daba el caso de “llegar tarde a clase”, la sección de relatos me tenía enganchado a ciertos autores que publicaban anárquicamente sus sendas historias.
Como tenía costumbre desde hacía una temporada, me coloqué uno solo de los auriculares dejando el otro reposar sobre mi pecho y mientras conectaba la música rastreé mi calle con la mirada esperando encontrar o escuchar aquella voz que soñaba algún día volvería a compartir, otra vez sin fruto alguno.
“Esta canción va dedicada a un Sueño, que tuve de niño…”
Fui a colocarme el segundo auricular cuando de repente una mano me agarró del hombro volteándome con fuerza. Solo tuve tiempo de ver unos ojos negros antes de que un puño cerrado se empotrase contra mi sien izquierda.
- Tú…
Un segundo impacto me puso de rodillas en el suelo, y vi rodar el mp3 a mi lado mientras cerraba los ojos viendo aproximarse el asfalto lentamente……………..
El tercer impacto me empotró contra el reposacabezas del asiento delantero, otorgándome además una mirada inquisitiva y medio asustada de la señora que llevaba al otro lado del pasillo.
¿Qué cojones?, solté mientras me llevaba la mano a la frente. Mire por la ventana y vi que estábamos en un atasco en Moncloa… Posiblemente mi tortazo hubiese sido originado por un frenazo del autobús. Me palpé el golpe y supuse que, además de la marca del cenicero, me iba a llevar un buen chichón de regalo. En menuda posición debía de estar durmiendo…
Bajé del autobús cinco minutos después, con la frente aun ardiéndome y tomé dirección hacia mi facultad, parándome a recoger el diario universitario de una papelera. Es increíble lo que la gente desecha…aunque supongo que la lectura de un periódico sensacionalista aportará más a ciertas mentes privilegiadas….perdón, privadas….de toda reflexión.
Al llegar al final del primer tramo de escaleras de la escuela de ingenieros, miré hacia el horizonte donde se destacaban los últimos edificios de
Saludé a un par de compañeros que iban hacia la biblioteca y llegué por fin a clase. No me quitaba de la cabeza el sueño que había tenido en el autobús. No era la primera vez…aunque hacia ya mucho tiempo. Y conocía muy bien a ese tipejo...
Comentarios
puf..como me ha gustado.Describes con las palabras exactas y de la forma perfecta ese sentimiento askeroso por el ke más de uno hemos pasado.Cuando te leo sé perfectamente lo que hay detrás de esas simples palabras, y es duro,pero aunk no sea kien para decirt esto: mucho ánimo, sé fuerte, confía en tí y nunka te rindas.Tú puedes.
Sigue escribiendoo!! ;)
Un besoo
P.D: Pon toda la publicidad ke kieras! =)
Yeah! Si ante eres capaz de levantarte e ir a la universidad vas ganadole vueltas a tu frustración. Me ha gustado mucho y, tras la primera lectura, no tengo más que una crítica:
Falta algo de contenido. Se queda mucho en reflexión y (si lo que pretendes es dar continuidad a una historia) creo que le falta un poco de "chicha". Pero vamos, que a mi me ha encantado, porque prefiero tus reflexiones que mis historias :D
Un saludo!