La pulsera Cap. 4: Artista abandonado.

Nota del blog: Esta historia tiene una continuidad. Si no has leido las anteriores es posible que no te enteres de nada. Para poder acceder a los capítulos anteriores, a tu derecha tienes una barrra de categorías. En ella encontraras el título de esta historia y si pinchas en ella verás todos sus capítulos. El orden es por novedad,, así que el último relato de esa categoria es el primero de esta historia. ¡Disfrútalos!
-¿Qué tienes en contra de la música de ahora? Quizá dentro de un tiempo se convierta en las reliquias que tu tanto veneras.
- Eso es lo que me preocupa... Hoy en día muy poca música es original. Ningún libro ha nacido de la nada. Si se crea un estilo y enseguida se le cambia de nombre. Le llaman modelo. Un molde. Para hacer el mismo producto indefinidas veces. ¿Dónde está ahí la magia?
- La magia reside en que ese libro o disco mueve a la gente.
- Laura, no te engañes, eso no es magia. Es manipulación. Nos dejamos llevar por el canon del momento y, los pocos que destacan, pronto se dejan sucumbir por el poder del dinero, la fama y la prepotencia... Sonará pedante, pero pierden la esencia de aquello que alguna vez les hizo verdaderos artistas...¿Sabes la diferencia entre pintor y artista?¿Entre músico y artista?¿Entre escritor y artista?
-No, no la sé...- Dijo Laura con voz condescendiente, como negando (en contra de su verdadera opinión) que tuviese razón.
-Pues el artista crea, inspira, innova y comparte...El pintor, escritor o músico copia, interpreta, manipula y acapara...Y tienen la osadía de colgarse la etiqueta de artista.
- Eres demasiado purista. Demasiado cerrado. ¡Siempre lo has sido!- Dijo cada vez más nerviosa. Sus gestos pasaron de ser simples movimientos a claros aspavientos con los brazos.
- No es cuestión de purismo, Laura. La mayor parte de los hombres se mezclan con la masa formando parte de algo. Les hace sentirse integrados. Pijos, roqueros, melancólicos, machos, gays... Todos siguen las directrices de su alrededor...Algunos preferimos un café un disco de Dusty Springfield y un cigarro en soledad. Disfrutando de mi. Estar atrapado de uno mismo tiene sus ventajas, inspira. Sentirse inspirado es como sentirse vivo. Solo que no siempre se está tan vivo como para estar lo suficientemente inspirado.
-¿Es esa tu razón para irte?, ¿significa que de verdad te vas?
- No, significa que ya no estoy aquí. Hace tiempo que nada me retiene aquí.
- Te seguiré. Iré contigo.- Dijo a la vez que le cogía el brazo con cierta brusquedad.
- No, me olvidaras.- Dijo cogiéndola de la mano y acariciándola para que cesase en su intento de robarle el brazo.- Serás feliz y esta despedida se te olvidará en cuando agite mi mano al otro lado del andén.
- ¡No puedes retenerme, subiré a ese tren!- Esta vez gritaba.
- No Laura, no lo harás...

Y desde detrás de la columna aparecieron dos agentes de seguridad. Los mismos agentes que Daniel había pagado para que impidiesen que Laura subiese al tren. Los mismos que aceptaron dejarla en casa sin repercusión alguna en su expediente. Laura no había comprado billete porque venía a traerse a Daniel... Y Daniel iba a abandonar a Laura por un billete hacia un punto de luz en la bruma y miles de recuerdos en su cabeza.
Mientras, veía subirse a la mas guapa joven, a la más desdichada de entre todas las mujeres, llorando sin entonar sonido. Mirando a los ojos de Daniel a través de dos cristales como un perro traicionado. Como un artista de capa caída. Como una vida sin inspiración.

- Lo siento Laura, en este viaje solo voy yo, mi trabajo y la pulsera. Tengo que arreglarla. Tengo que volver a ver a Ainara...

Cerró los ojos y recordó (más que soñar) su vida hasta aquel punto. Empezando por el día que conoció a Ainara. En sus cortos 14 y su larga vida por delante.