La pulsera Cap. 3: Elegir o razonar

Nota del blog: Esta historia tiene una continuidad. Si no has leido las anteriores es posible que no te enteres de nada. Para poder acceder a los capítulos anteriores, a tu derecha tienes una barrra de categorías. En ella encontraras el título de esta historia y si pinchas en ella verás todos sus capítulos. El orden es por novedad,, así que el último relato de esa categoria es el primero de esta historia. ¡Disfrútalos!

El despertador estaba taladrando las paredes del cuarto de Daniel. Llevaba tan solo 3 horas de sueño y los alaridos de ese condenado aparato le estaban matando. Durante esas más que despreciables horas de descanso soñó, como todas las noches desde que ocurrió lo de Ainara, con un bosque, una pulsera, una mirada y una despedida. Aun bajo la influencia del insomnio (y de la botella de Brugal que la noche anterior se había bebido celebrando en un bar la incorporación, a su corta lista de amistades, dos nuevos "no-recuerdo-tu-nombre" que recogió en un estado deplorable ya sin beber) se puso las zapatillas con cierta lentitud y se restregó las manos por los ojos. Al levantar las manos se percató de que llevaba casi un mes sin afeitarse y que debía llevar casi lo mismo sin ducharse. Se levantó dejando ver la estampa de una resaca en el crujir de sus huesos. En protesta la cama dijo:

-¿Tienes alguna aspirina?

Sobresaltado Daniel se giró de un salto y pudo observar que una joven estaba arropada al otro lado de la cama mirándole. Estaba desnuda. Los pliegues de la sábana dejaban jugar a la imaginación y sus ojos provocaban que segundos más tarde dejase de ser un juego.

- Otra vez hemos caído, ¿no?

- Bueno, si a eso lo llamas caer...

- ¿Después de todo lo que has sufrido y aun me buscas borracho para mendigarme sexo?

- Di mejor intento...

- ¡Y lo consigues!

- No, di mejor intento de sexo.

A esa afirmación Daniel contestó abriendo el cajón de la mesilla, rasgando el precinto de un paquete de Fortuna y sacando un cigarrillo. Cogió el mechero y lo encendió. Dio una calada y se volvió a sentar en la cama. De espaldas a ella.

- Vale que no me quieras ni ver, pero un cigarrillo podías ofrecerte.

Daniel cogió el paquete y se lo lanzó a la cara. Después se tumbó de nuevo y se quedó mirando al techo. Ella se encendió un cigarrillo y se quedó mirándole fijamente a la cara.

- ¿Por qué eres tan borde conmigo?

- Por elegir mal

- Uno no se elije de quién se enamora.

- No, pero elije con la razón si debe o no debe asentar ese amor.

- Soy mayorcita, déjame equivocarme sola.- Dijo mientras le acariciaba el pecho y poco a poco, con movimientos dignos de los más elegantes felinos, se iba acomodando encima de Daniel.

- Laura...Para...

- ¿Qué pare de qué? -Balbuceó mientras le mordía el labio inferior.

- ¿Por qué continuas buscándome? Deberías seguir follando con Jack. Él tiene dinero, ambiciones, belleza y viste bien. Yo no llevo ninguna vida viable con acompañante.

- Me gusta el riesgo.- Y pasó de los labios al cuello respirando fuertemente.

Laura siempre había sido una chica muy guapa. Guapa y tenaz. No soportaba un no por respuesta. Posiblemente fuese ese el motivo por el que se veía con Daniel. Él era el único hombre que no se había rendido antes sus enormes ojos azules. Ser pelirroja y las dulces pecas rodeando las proximidades de la diminuta nariz, tan solo eran el preludio de una sonrisa digna de cualquier amor eterno. Unas piernas de locura y un andar de modelo hacía de este pecado, el deseo de cualquier cuerdo. Quizá por eso Daniel no soportaba que anduviese detrás de él. Pese a todo disfrutaba con las noches que le ofrecía. Y las mañanas.

En medio de la pasión la puerta sonó dos veces. Los dos se pararon en seco y durante dos segundos el silencio cortaba cualquier excitación. Una carta se deslizó por debajo de la puerta y el sonido de unos pasos alejándose indicaban que posiblemente fuese el cartero.

Intrigado, aparto a Laura de encima suya (esta vez algo más amablemente, dada la situación) y corrió a por la carta. La abrió. Era de Jack.

Daniel:

¡Hace mucho que no nos vemos perro! ¿Qué hay de un café mañana a las 5? Donde siempre. Tenemos que preparar lo del los Monkey Bussines. No les ha gustado nada tus cambios. Dicen que pierde la esencia de sus canciones.- ¿Esencia? Esencialmente eran basura. ¿Para esto deshecha un buen polvo? No debería haberla leído. Bueno...Aunque conociendo a Jack... Si hay dinero de por medio... Habría dado su mano si con ello es capaz de sacar alguna perra.

PD: Ayer me crucé con una chica por Gran Vía y, como iba hablando de ti (maravillas por supuesto), me paró y me dijo que te dijese: "Yo se donde puedes reparar tu pulsera"... Obviamente se refería a ti, ya sabes que no soporto esa moda Hippie de llevar trastos colgando. Bueno, ya me contaras.

Un Saludo,

JACK

Daniel tuvo que releer la carta un par de veces más y luego se sentó en la cama. Cogió el Fortuna y se encendió otro. Casi a modo de descuido dejó encima de las sabanas la carta mientras pensaba. Laura la cogió y celosa pregunto.

-¿Quién era esa chica de la que habla Jack?

- No lo sé...

- No me mientas, sabe que tienes una pul... ¿Dónde está?...

- Se rompió

-Dijo mientras miraba al infinito, preocupado.

- ¿Y como sabe ella que se rompió?

- Es imposible que lo sepa.

- ¿Por qué?

- Porque tu y Jack sois las únicas personas que he visto desde que de rompió. Y no se lo he contado a nadie...

Se levantó, puso "Perfect Day" de Lou Reed y se terminó el cigarro sentado sobre la moqueta. Laura le imitó y tras un par de miradas volvieron a hacer el amor. Ella con Daniel y Daniel con nadie.