El asesino cobra

Allá va. Realmente es una mierda, pero es la mierda que necesito para empezar a escribir cosas cortas y olvidarme un poco de las... demasiado largas. Allá va mi mierda.
EL ASESINO COBRA
Una imagen: Un hombre sentado en un sofá, con la casa a oscuras. Bebe whisky en un vaso de whisky, con los dos hielos correspondientes. El hombre está totalmente deshecho.
¿Por qué matarías a una persona?
Casi siempre es por venganza. Puede parecer que el dinero es la mayor causa, pero el rencor está siempre detrás. Pero, ¿qué tiene que haberte hecho alguien para que quieras pagar 30.000 euros para que lo maten?
Otra imagen: El mismo hombre apoyado en el volante, con la cabeza hundida. La misma desesperación. Arranca el coche y conduce.
Uno de mis contactos me había citado en el bar habitual. Tenía otro encargo.
Después de dos canciones aparca. Sus ojos se han convertido en un hotel para la amargura, con sábanas moradas. Saca una pistola de la guantera y se la guarda en los pantalones.
Otra persona a la que matar. La víctima muere. El cliente paga. El asesino cobra.
Sale del coche fumando un cigarrillo, descargando calambres por sus piernas. Demasiado tiempo sentado. Antes de abrir la puerta ya se oye The Pusher, de Steppenwolf. Su boca se llena de humo antes de entrar, y el bar se convierte en su boca: sucio, oscuro... y lleno de humo. Atraviesa la nube de cuerpos sudados, el olor y los delicados momentos de frescura del aire acondicionado, hasta llegar a la mesa donde dos hombres, uno aun más sudoroso que los que bailan, y otro al acecho, le esperan. El cliente y el contacto.
- Como siempre, sin nombres. Éste es el cliente.
Se sienta y pide un whisky, con dos hielos, y esto para ti. Y entre tanto una mirada alrededor. Sobre la mesa una cerveza y una copa. El cliente: típico de negocios. La chaqueta sobre la silla, la camisa entre abierta, la corbata debió desaparecer antes de que acabara el día.
- Ya sabe tu tarifa, y está dispuesto a pagara.
- ¿A quién quieres que mate?
Vibraciones que recorren su cuerpo al oír esa palabra. No está cómodo pidiendo eso, y tarda en responder.
- Tengo una foto y dónde trabaja.
Ni siquiera se atreve a decir su nombre. Le entrega una carpetita con una tarjeta del trabajo y una foto. Un tío normal. Detrás de la tarjeta hay un horario.
- Vive solo.
- En una semana.
El cliente se levanta.
- Entonces no hay más que hablar. No hay razón para que estemos más tiempo juntos.
Y se va. El asesino rebusca monedas en sus bolsillos, pero el cliente interrumpe, con una sonrisa.
- Pago yo esta vez.
- No habrá próxima vez.
Su sonrisa desaparece, pero saca la cartera, saca un billete de 20 euros, y se va a la barra a pagar. El asesino bebe un trago, y en cuanto termina se mueve rápidamente para coger la cartera del cliente, y ahí el DNI. Mira el nombre y la vuelve a guardar. El cliente vuelve con la vuelta, y el inaguantable “final” preparado.
- Entonces, ¿en una semana estará ya?
- Sí.
- Bueno... entonces... adiós.
No responde, sólo bebe otro trago.
Una imagen: Un hombre, un asesino, sentado en un banco. Come un sandwich. Está frente a un edificio de oficinas. Dos mundos totalmente distintos: dentro y fuera.
No hay mejor forma de pasar desapercibido que los clichés de las películas.
La víctima sale del edificio. Espera unos pasos más y se levanta, siguiéndole. Tira el envoltorio del sandwich en una papelera. La víctima sube a un coche y el hombre anota la matrícula.
Otra imagen: El mismo hombre, el mismo asesino, fuma un cigarro en su coche. Tiene las luces intermitentes, como si esperara a alguien. La víctima sube a su coche de nuevo, y el asesino se va con él.
Cuando llegas a un barrio residencial siguiendo a alguien es mejor dejar mucha distancia. Hay poco tráfico.
La víctima aparca y el asesino pasa de largo.
Otra imagen: El hombre, el asesino, a cierta distancia, de madrugada, de donde está aparcado el coche de la víctima.
Tienes que saber vivir en un coche.
La víctima sale y se va al trabajo.
Otra imagen: El hombre, el asesino, a media tarde, esperando.
Tienes que saber comer, dormir y follar si hace falta.
La víctima vuelve del trabajo.
Otra imagen: El hombre, el asesino, por la noche, esperando.
Tienes que dejar de ser humano.
La luz de la casa de la víctima se apaga.
Un día después el asesino sale del coche. Camina rápidamente hacia la verja de la casa y la salta rápidamente. Se acerca a la puerta trasera y la abre con cuidado. La cocina, el salón, el baño. Todo en silencio. Todo vacío. Mientras sube las escaleras saca la pistola de sus pantalones. Empuja lentamente la puerta del dormitorio, donde está la víctima dormida. Le apunta mientras se acerca a él, y enciende una luz. No hay efecto.
Empuja sin fuerza el cañón del arma contra la frente de la víctima, y poco a poco sus ojos dejan atrás el sueño, y se encuentran con un desconocido a punto de matarle. Grita.
- ¡No grites! – susurra el asesino.
La víctima grita y se revuelve. “Por favor, por favor no”.
El asesino introduce el cañón en su boca, y le vuelve a advertir: ¡Cállate!
La víctima se paraliza. Unos segundos sin ningún movimiento, y el asesino retira la pistola. No grita, pero está lejos de encontrarse tranquilo. Sus ojos sólo muestran horror.
- No quiero que grites, porque te mataré.
Sigue paralizado.
- Estoy aquí porque me han pagado para que te mate.
Se mueve nervioso, amagando con volver a sacar la locura desenfrenada.
- ¡No grites! ¡Cálmate! – con susurros.
Vuelve a estar paralizado.
- ¿Quieres saber quién?
No responde, pero le dice quién.
- ¿Qué? – pregunta sin entender.
- Él me ha pagado para que te mate -. Tiene que levantar la voz para que la víctima no vuelva a reaccionar -. Pero no sé si lo haré. Quiero saber por qué crees que quiere matarte.
- ¿Qué?
- No me hagas repetirlo. ¿Por qué crees que quiere matarte?
- ¿Qué?
Acciona el martillo preparándose para disparar.
- ¡No lo sé! – y empieza a sollozar -. No lo sé, no lo sé...
- Tienes que haberle hecho algo muy grave para que pague 30.000 euros por tu muerte.
- No lo sé... yo...
Se incorpora y se lanza contra el asesino, pero sin intención de atacarle. Sólo es una explosión de nervios.
- ¡Me ascendieron a mí y no a él!
- ¿Sólo eso? Tiene que haber algo más.
- ¡No! Él... Estábamos en grupos distintos de trabajo. No hablamos. Sólo nos vemos en fiestas, pero no hablamos. ¡No le conozco!
- Entonces... ¿lo único que has hecho es quitarle el puesto?
- ¡Sí! No merezco morir... no merezco morir...
Le agarra. Le suplica. Llora.
El asesino dispara y le destroza la cabeza.
Se queda con esa postura durante un tiempo, mirando el cuerpo.
Una imagen: Un hombre, un asesino, sentado en el sofá de su víctima, bebiendo el whisky de su víctima, fumando sus propios cigarrillos.
¿Por qué matarías a una persona? Yo lo hago por dinero, a cambio de mi humanidad.
Comentarios
1. Porque no caracterizas a los personajes más de lo necesario. Son mercenario-cliente-contacto-victima. Todos podrían ser cualquiera de esos personajes y seguiría siendo muy fiel .
2. La forma de empezar la acción. Lo había visto en otras partes pero me gusta como queda aquí. Corta completamente para meterse en otro escenario y empezar de nuevo. Muy Sin City sin querer decir nada con esto.
Sigue así
hacia mil q no t leia...creo q dsd el relato kon el q deberias haber ganado en konkurso del tuto...mpf!
si esto es la mierda...miedo m da lo weno XD
KIERO MAAAAAS KOSAS DE LAS VUESTRAS PA LEER!!