barcelona 2003 (ya que estamos nostálgicos...)
recuerdo ciertas
escenas
de Barcelona.
salir de
la habitación
abandonando
a mis
compañeros
de viaje,
comprar
efedrina
en la farmacia
más cercana
y consumir
3 o 4
pildoras
de golpe.
en aquel
cuarto
dejaba
a la mujer
con la que
me enrrollé
pocos meses
antes
y con
la que no
podía
hablarme
puesto que
ella
había
conseguido
minar
toda
mi seguridad
gracias
a su
incertidumbre
tan poco
acertada
en una época
en la que yo
como siempre
estaba
desorientado
y emocionalmente
inestable.
el caso es
que corría
fuera
de ese espacio
lleno de ella
y de sus amigas
con las que
no me llevaba
y otra gente
con las que
charlaba
agusto
más o
menos
pero que no
me interesaban,
corría
puesto de efedrina
cerca
de la estación
de Francia,
hacia unas
calles
llenas
de graffitis
espectaculares,
verdaderas
obras
de arte
urbano,
y la calle
estaba oscura,
no era
una de esas
calles
transitadas
pero creo
que recorrí
cierta parte
pensando
a máxima velocidad
procurando
no recordar
nada
en absoluto.
en nuestra
habitación
donde
convivíamos
18
personas
había
una americana
interesante
que no conocía
y no estaba
relacionada
con Paula,
la piva
que me
destrozaba
con solo
mirarla,
comía manzanas
y siempre
la veías
cepillandose
los dientes,
tenía
por lo tanto
una dentadura
perfecta
e irradiaba
una amistosa
armonía.
con tanta
efedra
en mi sangre
no pude más
que tener
un pequeño
ataque
de ansiedad
por lo que
la dejé
a un margen
junto
al resto
de los habitantes
y me dirigí
al pub
más cercano.
aun teniendo
17 años
me servían
buenos whiskys
a 5 euros
la copa
y yo
observaba
a las parejas
y a
los habituales
tan
acomodados
en su zona.
exclusivamente
hablaba
para pedir
otra ronda.
en otro
momento
sucedió
algo
horrible.
yo estaba
con los
compañeros
de viaje
en aquella
habitación
tan
insoportable
y
había encontrado
una botella
de johnny walker
en Chamartín
justo antes
de que cogieramos
el tren
hacia
Barcelona,
probablemente
de un botellón
en las puertas
de la sala
Macumba
esa misma
noche,
yo me apropié
de ella
pensando que
la necesitaría
más adelante
y estuve
en lo cierto,
aquella
noche
que la necesité
fue
la noche horrible
en la que
alguien
tenía
marihuana
y yo fume
bastante
después
y durante
las copas
de walker
con cola,
terminé
en el balcón
con una amiga
de esta chica,
de Paula,
líandome
con ella
aunque
a mí
no me gustaba
en absoluto
simplemente
creí
que si
la besaba
a ella
estaría
en realidad
besando
cierta parte
de la vida
de Paula,
chorradas.
lo
hice
por
despecho.
guardo
aún así
ciertos
recuerdos
muy buenos
de aquel viaje,
en concreto
el viaje
de vuelta
a Madrid.
en la
cafetería
del tren
por la noche
yo comencé
a beber
jack daniels
solo
porque
era lo
único
que servían
como whisky
y mis compañeros
jugaban a las
cartas
y hablaban
y yo
discutía
con ellos
hasta que
finalmente
me aburrí
y no sé
cómo
me pasé
a la cerveza
en repetidas
ocasiones
comprando
en aquella
barra
de bar
del vagón
restaurante,
y me
parece
que fue
a la quinta
vez
que un señor
me dijo:
eh,
te invito
a una cerveza
y yo acepté
encantado
porque
me lo merecía
y me estaba
quedando
sin dinero,
agradecido
por su
ofrecimiento
charlé
con este
hombre
que iba
a Zaragoza
desde Bélgica
para
ver
a su primo,
él era
egipcio,
al rato
se nos unió
un brasileño
y entre todos
nos costaba
entendermos
pero joder,
lo hicimos,
la cerveza
ayudaba
y todos
teníamos
una historia
de verdad
que contar,
aunque
terminasemos
hablando
de dios
a las 6am,
faltaban
dos horas
para llegar
hasta Chamartín
pero yo
no podía más
y me fuí
a dormir,
mis compañeros
ya estaban
allí,
creo que
desperté
a alguno,
pero no
importaba
pensé que
por suerte
acepté
la invitación
a aquella
cerveza
y aseguro
que eso
salvó
aquel viaje
tan
suicida.
escenas
de Barcelona.
salir de
la habitación
abandonando
a mis
compañeros
de viaje,
comprar
efedrina
en la farmacia
más cercana
y consumir
3 o 4
pildoras
de golpe.
en aquel
cuarto
dejaba
a la mujer
con la que
me enrrollé
pocos meses
antes
y con
la que no
podía
hablarme
puesto que
ella
había
conseguido
minar
toda
mi seguridad
gracias
a su
incertidumbre
tan poco
acertada
en una época
en la que yo
como siempre
estaba
desorientado
y emocionalmente
inestable.
el caso es
que corría
fuera
de ese espacio
lleno de ella
y de sus amigas
con las que
no me llevaba
y otra gente
con las que
charlaba
agusto
más o
menos
pero que no
me interesaban,
corría
puesto de efedrina
cerca
de la estación
de Francia,
hacia unas
calles
llenas
de graffitis
espectaculares,
verdaderas
obras
de arte
urbano,
y la calle
estaba oscura,
no era
una de esas
calles
transitadas
pero creo
que recorrí
cierta parte
pensando
a máxima velocidad
procurando
no recordar
nada
en absoluto.
en nuestra
habitación
donde
convivíamos
18
personas
había
una americana
interesante
que no conocía
y no estaba
relacionada
con Paula,
la piva
que me
destrozaba
con solo
mirarla,
comía manzanas
y siempre
la veías
cepillandose
los dientes,
tenía
por lo tanto
una dentadura
perfecta
e irradiaba
una amistosa
armonía.
con tanta
efedra
en mi sangre
no pude más
que tener
un pequeño
ataque
de ansiedad
por lo que
la dejé
a un margen
junto
al resto
de los habitantes
y me dirigí
al pub
más cercano.
aun teniendo
17 años
me servían
buenos whiskys
a 5 euros
la copa
y yo
observaba
a las parejas
y a
los habituales
tan
acomodados
en su zona.
exclusivamente
hablaba
para pedir
otra ronda.
en otro
momento
sucedió
algo
horrible.
yo estaba
con los
compañeros
de viaje
en aquella
habitación
tan
insoportable
y
había encontrado
una botella
de johnny walker
en Chamartín
justo antes
de que cogieramos
el tren
hacia
Barcelona,
probablemente
de un botellón
en las puertas
de la sala
Macumba
esa misma
noche,
yo me apropié
de ella
pensando que
la necesitaría
más adelante
y estuve
en lo cierto,
aquella
noche
que la necesité
fue
la noche horrible
en la que
alguien
tenía
marihuana
y yo fume
bastante
después
y durante
las copas
de walker
con cola,
terminé
en el balcón
con una amiga
de esta chica,
de Paula,
líandome
con ella
aunque
a mí
no me gustaba
en absoluto
simplemente
creí
que si
la besaba
a ella
estaría
en realidad
besando
cierta parte
de la vida
de Paula,
chorradas.
lo
hice
por
despecho.
guardo
aún así
ciertos
recuerdos
muy buenos
de aquel viaje,
en concreto
el viaje
de vuelta
a Madrid.
en la
cafetería
del tren
por la noche
yo comencé
a beber
jack daniels
solo
porque
era lo
único
que servían
como whisky
y mis compañeros
jugaban a las
cartas
y hablaban
y yo
discutía
con ellos
hasta que
finalmente
me aburrí
y no sé
cómo
me pasé
a la cerveza
en repetidas
ocasiones
comprando
en aquella
barra
de bar
del vagón
restaurante,
y me
parece
que fue
a la quinta
vez
que un señor
me dijo:
eh,
te invito
a una cerveza
y yo acepté
encantado
porque
me lo merecía
y me estaba
quedando
sin dinero,
agradecido
por su
ofrecimiento
charlé
con este
hombre
que iba
a Zaragoza
desde Bélgica
para
ver
a su primo,
él era
egipcio,
al rato
se nos unió
un brasileño
y entre todos
nos costaba
entendermos
pero joder,
lo hicimos,
la cerveza
ayudaba
y todos
teníamos
una historia
de verdad
que contar,
aunque
terminasemos
hablando
de dios
a las 6am,
faltaban
dos horas
para llegar
hasta Chamartín
pero yo
no podía más
y me fuí
a dormir,
mis compañeros
ya estaban
allí,
creo que
desperté
a alguno,
pero no
importaba
pensé que
por suerte
acepté
la invitación
a aquella
cerveza
y aseguro
que eso
salvó
aquel viaje
tan
suicida.
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